Una hora y media antes de la hora citada, estoy parada viendo toda la organización y sacando algunas fotos.
Las modelos practican la pasada final, a la cual en el desfile se sumará la diseñadora. Los fotógrafos se organizan al final de la pasarela para captar los mejores ángulos, la prensa se posiciona sobre la vereda y las organizadoras acomodan unas sillas blancas de madera en filas y les pegan un papel que dice “RESERVADO” y debajo un nombre. “Rosella della Giovanpaola”, “Guillermina Valdez”, “Florencia Torrente”, “Marcela Kloosterboer”, “Claudia Fontan”, “Agustina Casanova”, entre otras amigas de la diseñadora. Los iluminadores prueban los focos de luz prendiendo y apagándolos. El DJ empieza a musicalizar lo que es la previa del desfile y la Avenida Alvear entre Ayacucho y Adolfo Bioy Casares empieza a llenarse de gente.
Aparecen de a poco algunas caras conocidas, algunas de las amigas de la empresaria, y los fotógrafos les sacan fotos, unas con otras, otras con otras y otras con otras.
Cuando termina el atardecer ya están todos acomodados en sus asientos (aunque sigue habiendo gente parada porque concurrió más gente de la esperada). Empieza a sonar una música chill out y una modelo viene caminando desde Bioy Casares y por la pasarela preparada sobre el asfalto, luce un vestido rojo de la colección primavera-verano 2018 de Evangelina Bomparola. Pasan 33 modelos más exhibiendo otras prendas de la nueva colección. Al final, desfila la diseñadora con las modelos y saludan mirando hacia el público. Las modelos se van, entran a los camarines y la diseñadora empieza a saludar y a sacarse fotos con sus amigas, con caras conocidas, y con otras caras que conocían a otras, y otras caras que conocían a otras.